Conocido como el banco central de los bancos centrales del mundo, el BPI ha sido crítico de las criptomonedas, comparando el bitcoin con una burbuja de mercado
LONDRES.- Los problemas del año pasado no terminaron con los criptomercados y la nueva oleada de monedas digitales de los bancos centrales se enfrentará a límites geopolíticos, pronosticó la nueva responsable de innovación del Banco de Pagos Internacionales (BPI).
Conocido como el banco central de los bancos centrales del mundo, el BPI ha sido crítico de las criptomonedas, comparando el bitcoin con una burbuja de mercado.
La caída de FTX, de Sam Bankman- Fried, así como de Celcius, Three Arrows Capital y una seria de “monedas estables”, concedió la razón a muchas de las advertencias del BPI. Más de 2 billones de dólares se esfumaron del valor del sector.
Desde principios de 2023, sin embargo, ha habido un cierto repunte, incluyendo una recuperación del 40% en el precio del bitcoin.
Supongo que el sector aprenderá de estos fracasos y propondrá cosas nuevas", dijo a Reuters Cecilia Skingsley, la nueva directora del Centro de Innovación del BPI, en su primera entrevista en profundidad desde que asumió el cargo.
La ex banquera central sueca también afirmó que los problemas no parecían haber afectado a los planes de los bancos centrales para lo que podría ser una gran cantidad de monedas digitales de emisión nacional (CBDC, por sus siglas en inglés) en los próximos años.
El BPI, como organismo que agrupa a los bancos centrales de todo el mundo, ha coordinado muchos de los experimentos internacionales en torno a las CBDC, que pueden diseñarse para uso público o solo para que los bancos las utilicen entre bastidores en los mercados monetarios "mayoristas".
"Todo lo que oigo es que los que tienen estos proyectos siguen adelante con ellos", dijo Skingsley. Once países ya han puesto en marcha una CBDC, mientras que otros 100, que representan más del 95% del PIB mundial, están estudiando la posibilidad de implantarlas.
China, por ejemplo, ampliará su proyecto piloto del yuan digital a la mayor parte de sus mil 400 millones de habitantes. El Banco Central Europeo debería recibir el visto bueno para realizar pruebas a gran escala.
La Reserva Federal de Estados Unidos también está realizando algunas ensayos, mientras que Australia, Reino Unido, Brasil, India, Corea del Sur y Rusia están dando pasos importantes.
El impulso mundial se da cuando el uso del efectivo físico disminuye en todo el mundo y las autoridades tratan de defenderse de la amenaza que suponen para sus poderes de impresión de dinero el bitcoin y las "grandes empresas tecnológicas".
Las sanciones impuestas a países como Rusia y Venezuela en los últimos años han sido otro motor, incluso para antiguos aliados de Estados Unidos como Europa, que quieren asegurarse una alternativa a las redes Visa, Mastercard y Swift.
"Es necesario ser lo suficientemente resistente en materia de defensa y suministro de alimentos, pero también es importante en lo que respecta a los sistemas de pago", afirmó Skingsley. "Puedo entender que cualquier país se pregunte: ¿qué capacidad de recuperación tenemos? ¿Qué países pueden ser nuestros amigos, nuestros aliados?".
Aunque los CBDC deberían de hacer que las monedas sean más tecnológicas y más fáciles y baratas de enviar a otros países, es probable que se formen "placas tectónicas" con las nuevas formas de dinero electrónico solo plenamente interoperables entre países geopolíticamente alineados, dijo Skingsley.
"Nunca tendremos una interconexión total", afirmó, añadiendo sin embargo que el trabajo del BPI quiere que los CBDC sean lo más versátiles posible. "Habrá demasiadas fricciones y no todos los países del mundo estarán dispuestos a cooperar plenamente con todos los demás países del mundo: esa es la realidad".
También respondió a la escasa aceptación de algunos de los CBDC y al escepticismo expresado, incluso este mes por el gobernador del Banco de Inglaterra, Andrew Bailey, de que los CBDC pueden ser una solución en busca de un problema.
"Aquí hay algunos problemas", dijo Skingsley. "Si extrapolamos el uso del efectivo en muchos países: el efectivo dejará de utilizarse como medio de pago en algún momento del futuro. Eso abre la cuestión de cómo se mantienen los objetivos de política pública que consideramos importantes, es decir, la confianza en el sistema monetario".