A pesar de la disminución en la tasa de inflación, los precios de los productos en México continúan altos, generando interrogantes sobre los efectos económicos y la percepción de los consumidores
MÉXICO.- En los mercados, supermercados y tiendas de autoservicio, las expresiones "¡Todo está muy caro!" o "¿cuándo bajarán los precios?" se escuchan constantemente.
A pesar de la desaceleración reportada en la tasa de inflación en México, los precios de los productos no parecen mostrar una disminución significativa, dejando perplejos a los consumidores que esperaban un alivio en sus gastos. Pero, ¿por qué ocurre esto?
El año pasado, las familias mexicanas enfrentaron altas tasas de inflación que impactaron su poder adquisitivo debido al aumento de precios. Aunque la inflación ha bajado desde entonces, la percepción de los consumidores es que los precios siguen siendo elevados.
Si bien la tasa de inflación se ha desacelerado y se ha ubicado en el nivel más bajo desde marzo de 2021, con un 4.79% anual a julio de este año, esta desaceleración no se refleja de manera inmediata en los bolsillos de los mexicanos.
La directora de análisis económico de Banco Base, Gabriela Siller, explicó que esta situación se debe a que la desaceleración de la inflación no se traduce necesariamente en una reducción de los precios de los productos.
Iván Arias, director de estudios económicos de Citibanamex, comparó la situación con manejar un automóvil a cierta velocidad. Si disminuyes la velocidad de 100 a 80 kilómetros por hora, aunque estés avanzando más lentamente, sigues avanzando.
De manera similar, la disminución en la tasa de inflación indica que el aumento de precios es más lento en comparación con el año anterior, pero no implica una reducción real de los precios.
El concepto de deflación, una caída generalizada en los precios de bienes y servicios, es mencionado por los expertos como un escenario no beneficioso para ningún país.
Si bien podría parecer deseable que los precios bajen, la deflación indica problemas en la demanda y el consumo, lo que puede llevar a menor productividad, desempleo y actividad económica reducida.
La inflación se mide mediante el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC), que refleja la variación promedio de los precios de 299 productos ponderados en una canasta.
Sin embargo, este índice no refleja los gastos individuales de cada familia. Cada hogar tiene su propia inflación, ya que los hábitos de consumo varían. Por ejemplo, una familia que consume mucha tortilla podría resentir más el aumento en su precio.
Además, el INPC se calcula a nivel nacional, lo que significa que la inflación puede variar según la región y los productos disponibles. La selección de productos específicos para medir la inflación en cada región genera tasas de inflación diferentes incluso a nivel estatal.
A medida que los consumidores cuestionan la desconexión entre la disminución de la tasa de inflación y los precios de los productos, los expertos subrayan la complejidad económica detrás de esta situación y destacan que la percepción individual puede ser influenciada por hábitos de consumo y factores regionales.